¿Qué es una despedida? ¿Es vernos hoy
y no podernos ver mañana? ¿Es dejar de tener contacto físico? ¿Dejar de hablar?
Es... lo que queramos que sea.
En cuestión de poco tiempo me he
despedido de tanta gente... de algunos que ya habían partido de mi lado
anteriormente y otros por primera vez, unos por unos pocos días y otros por
meses, años o a saber cuanto.
Es difícil decir adiós a aquellos
que quieres, con los que has compartido risas y penas, con aquellos que te
escuchan cuando estas hiperactiva o cuando estas decaída. En cualquier caso siempre
es triste decir adiós.
Pero como toda situación, en este
caso también tenemos la otra cara de la moneda. Un adiós siempre va acompañado
de un nuevo HOLA, de una bienvenida a lo nuevo, al día siguiente, gente nueva
que con el paso del tiempo puedan llegar a ser importantes.
Y como no, los reencuentros, los
nervios previos, saber si algo habrá cambiado o si en la distancia se ha
idealizado al ser esperado.
A veces se llora a la ida... otras a
la vuelta... pero en cualquier caso ambas lagrimas son dulces porque si lloras
por aquello que se aleja, es porque lo aprecias, y porque realmente
tienes algo que perder y si lo hacer por el retorno, es porque aun tenes a
gente ahí esperándote con los brazos abiertos.
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