A veces hasta la mejor de las personas toma decisiones
precipitadas, malas decisiones, decisiones de las que somos conscientes que nos
arrepentiremos a la mañana siguiente; bueno tal vez no del todo, porque por lo
menos nos hemos lanzado pero… aún así algo en nuestro interior decide hacer una
locura que sabemos que se dará la vuelta y nos morderá el culo, pero aún así,
decidimos hacerlo de todos modos. Lo que quiero decir es que, recogemos lo que
hemos sembrado, nos devuelve nuestros actos... es el Karma y lo mires por donde
lo mires es un asco. De una forma u otra nuestro Karma nos obligará a
enfrentarnos a nosotros mismos, podemos mirar al Karma a los ojos o esperar que
nos ataque por la espalda. De un modo u otro nuestro Karma acaba
encontrándonos. La verdad es que los cirujanos tenemos más oportunidades de que
la balanza caiga de nuestro lado. Por mucho que lo intentemos no podemos
escapar de nuestro Karma, nos persigue hasta casa. En realidad no podemos
quejarnos de nuestro Karma, no es injusto, no es inesperado, sólo iguala la
balanza. Incluso cuando estamos a punto de hacer algo el Karma siente
tentaciones de mordernos el culo, aunque nos da igual.
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