En realidad sabes muy bien cómo te sentís, más viejo que el
tiempo. No estás tan seguro si estuviste afuera el tiempo suficiente, el por
qué seguís teniendo las boletas de los amigos que compraste en el camino, y la
plata que gastaste en los sueños que nunca pudiste conseguir.
Y ahí estas, en el borde del acantilado bajo la tormenta con tus lágrimas mezclándose con la lluvia
preguntándote cuando fue el momento en que todo se arruino.
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