Una vez leí que una vez que te paras ha pensar si quieres a alguien, ya has dejado de quererle por completo.
Pero… ¿sabes? También recuerdo cuando ser o no ser novio/a dependía de
un simple movimiento de mano. Ese movimiento que tanto se nos recuerda
al piedra, papel, tijeras.
Podías llevar un mes que aunque el momento de observar ese movimiento
llegara, seguiríamos siendo tan compañeros, tan amigos, tan como
siempre. Aunque quisieras una vez, te dabas y le debas a la otra
persona la oportunidad de volver a querer, de sonreír por tonterías. Y
así.. poder tener un novio por mes. Creces y te das cuenta de que nada
es como querías ser cuando eras pequeño.
El movimiento de mano pasó a la historia y ahora intervienen los
silencios incomodos, las miradas huidizas , que no dicen nada especial,
pero, dejan la situación clara. Ahora es cuando intervienen las palabras
“tenemos que hablar”… Y dejamos de ser tan compañeros, tan amigos, tan
como siempre.
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