Un día estaba aquí entre estas paredes y sentí que tenía que escribir. Así lo hice escribí y de cada palabra que mi mente escribía sentía que mi corazón se volcaba cada vez más en la historia. Escribía con más y más intensidad casi sin darme cuenta, la letra comenzó a ser un garabato, mi corazón se desbocaba y la cabeza me daba vueltas.

Realmente sabía que lo que escribía no era más que mi desahogo, necesitaba hacerlo, necesitaba sentirme vacía por un segundo, sentir esa sensación que tienes cuando das un beso, esa sanción que tienes cuando te abrazan, la sensación que me provoca él.

Sin quererlo recordé aquél invierno en el que inesperadamente el viento nos separó. Entonces, comencé a llorar, las lágrimas no ayudaban a mi caligrafía, y tu recuerdo no ayudaba a mi mente.
Estuve un tiempo esperándote porque sin quererlo sabía que contigo te habías llevado más cosas de las que yo te ofrecía, sabía que realmente te arrepentirías de todo, y volverías junto a mí, a mi lado, en esas noches cálidas que pasábamos juntos, esos paseos en el que los pies caminaban solos sin querer volver a casa… Mientras mi cabeza me daba vueltas, escribía cada vez más rápido y mi corazón se aceleraba más, sentí unas manos que secaban cada lágrima que por ti estaba derramando. By: Jhóselin